La filosofía es sin duda una caja de sorpresas. El alumno que entra a una sesión de reflexión vespertina no sabe hasta qué grado en las próximas dos horas, va a abrir esta caja de la mano de D. Víctor León y d. Juan José Muñoz, que saben contextualizar y transmitir una idea con pasmosa facilidad. ¿Qué hay dentro de la caja? Un enfoque tan didáctico como moralizante sobre un tema de actualidad y (más interesantemente aún) de trascendencia. Las Jornadas de Reflexiones filosóficas tienen una esencia sublime poco equiparable a cualquier otro debate. Abunda en ellas el raciocinio, la búsqueda de la raíz de los problemas planteados y mucha, mucha tela que cortar para la cual estas dos horas se quedan infinitamente cortas.
La primera de las dos sesiones hasta ahora realizadas proponía el siguiente dilema: “¿Podemos conocer a Dios desde la razón o necesitamos la fe?” Como cabía esperar, no fue una reflexión simple, y se llevó a cabo un profundo análisis con multitud de ejemplos ilustrativos, y un análisis profundo sobre el tema, una meticulosidad de la cual el mismo Kant habría estado orgulloso. La metafísica es un campo por el que vale la pena preguntarse. Los alumnos salimos más filósofos que antes, porque habíamos inferido que sí, hay una parte del ser humano que es capaz de confirmar la existencia racional de Dios.
El título de la segunda reflexión, en una línea muy actual y controvertida, rezaba así: “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” La inteligencia artificial se llevó el trozo más grande de la discusión, pues en ella unos veían al ser capaz de sentir y pensar, mientras otros la contemplaban como un clon muy útil del ser humano. Por interesantes que estas posturas fueran, asombró incluso más lo mucho que los asistentes habían aprendido de la última jornada, transmitiendo sus opiniones de una manera tan pragmática que casi recuerda a la mayéutica de Sócrates. El aporte de experiencia y solidez que transmitieron d.Víctor y d.Juan José fueron altamente esclarecedores en ambas sesiones.
Sabiendo todo esto, es más sencillo comprender por qué la mano que se acercó al pomo de la puerta al entrar en una de estas jornadas tiembla con vehemencia al agarrarlo para salir. Hemos presenciado filosofía en estado puro. Hay un mar revuelto e inmenso de preguntas complejas, y para atracar en la isla de la respuesta se necesita un barco sólido, es decir, una reunión de filósofos de 3 a 5 en la que cada cual es capaz de compartir lo mejor de su filosofía. Gracias por hacerme un poco más filósofo.
Santiago Pérez- Miranda Mata. Alumno de 1º Bachillerato