El Colegio Andel celebra con orgullo la historia de Alberto Aguilar, miembro de la primera promoción del centro y hoy docente comprometido con la formación de nuevas generaciones.
Su trayectoria es un ejemplo de vocación, entrega y amor por la educación, que comienza siendo alumno y culmina en las aulas como profesor.
Desde pequeño, Alberto convivió con la enseñanza en casa. Ser maestro siempre fue una posibilidad, influida también por el ejemplo de sus padres. Sin embargo, nunca imaginó que acabaría regresando como docente al mismo lugar donde se formó como alumno.
“Cuando estudiaba en Andel lo pensé alguna vez, pero creía que acabaría en otros colegios, incluso fuera de España”, nos cuenta.
Y así fue. Tras formarse como maestro y ejercer en Estados Unidos, su visión de la enseñanza se consolidó. A su vuelta, vio con claridad la oportunidad de aportar en el colegio que lo vio crecer.
Un docente con raíces profundas en Andel
Alberto no solo conoce el colegio como profesor, sino también desde dentro, como alumno y ahora como padre de alumnos del centro.
“No puedo estar más orgulloso, contento y seguro del colegio al que van mis hijos”, afirma con convicción.
Esta doble perspectiva le permite valorar aún más el proyecto educativo de Andel, que apuesta por una educación personalizada, exigente y cercana.
Valores que definen a un buen docente
Para Alberto, un buen docente debe conjugar valores humanos y profesionales:
“Tiene que ser buena persona, cordial, servicial y entregado, sin perder la disciplina, la exigencia y el compañerismo”.
En primaria se siembran estos valores desde el inicio; en secundaria se fortalecen con esfuerzo y responsabilidad; y en bachillerato, se consolidan como base del futuro académico y personal de los alumnos.
Más allá del aula: deporte, música y cine
Alberto también es un docente polifacético. Disfruta de combinar sus clases con música, especialmente en la asignatura de artística, y fuera del aula participa activamente en el CD Andel de fútbol sala. Practica Crossfit y es un apasionado del cine, con especial admiración por el director Guy Ritchie.
Además, encuentra en su pueblo, Tiedra (Valladolid), un refugio donde desconectar y cargar energía para seguir dando lo mejor en su vocación como educador.
Una historia que inspira
La historia de Alberto Aguilar es mucho más que la de un exalumno que vuelve a su colegio. Es el testimonio de cómo la vocación se construye con ejemplos, valores y experiencias vividas.
Hoy, como docente en Andel, Alberto transmite a sus alumnos la misma pasión por aprender que él recibió. Y con ello, continúa fortaleciendo el espíritu de una institución que educa con alma, cercanía y visión de futuro.





